(parece que algunos mueren dos veces)
navaja, barro, clavel, espada
más (sobre) kafka, por favor
Juan Gelman (1930-2014)
Epitafio
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.
The ‘Homeland’ show go on
Pero hay a quien no le está gustando demasiado: «Tras lanzar muchas preguntas, por cuya respuesta todavía tendremos que esperar, aquí unas cuantas peticiones: quiero volver a sentir la adrenalina corriendo por mis venas cuando veo un capítulo de Homeland. Quiero volver a desear que llegue la semana siguiente para ver otro episodio más. Quiero que me devuelvan mi Homeland.»
Joan Margarit, tres poemes amb dansa i música
Quan era un nen, em deien que les flors no moren mai, i que quan es panseixen, de nit, mentre els infants estan dormint, es revifen i ballen, somrients, en habitacions sense ningú que s’il·luminen amb les seves festes. No oblidaré la teva última cara dessota el gel primíssim de l’oblit. No em queda més consol que aquest silenci de les històries de la infantesa. Pensar que el teu somriure és a prop meu. Que està plena de flors l’obscuritat. Que no et veuré en la llum, sinó només en les parpelles negres d’algun somni. |
«Lluny de l’amor ferotge de l’origen, lluny de l’amor que inventa la ment com a refugi, l’amor que ara em consola no té urgències. Càlid, respectuós: l’amor del sol d’hivern. Estimar és descobrir alguna promesa de repetició que tranquil·litza. Aquests poemes parlen d’esperar. Perquè, sempre, l’amor és un assumpte de les últimes pàgines. No hi ha cap més final que pugui estar a l’altura de tanta soledat.» Ara que només ets |
[ després de somiar amb tu | l’amor que no m’espanta | final de dia ] |
Declaración de intenciones
“Ordené sacar mi caballo del establo. El criado no me comprendió. Fui yo mismo al establo, ensillé el caballo y monté. A lo lejos oí el sonido de una trompeta, le pregunté lo que aquello significaba. Él no sabía nada, no había oído nada. En el portón me detuvo para preguntarme:
-¿Hacia dónde cabalga el señor?
-No lo sé -respondí-. Sólo quiero irme de aquí. Partir siempre, salir de aquí, sólo así puedo alcanzar mi meta.
-¿Conoce, pues, su meta? -preguntó él.
-Sí -contesté yo-. Acabo de decirlo. Fuera de aquí, tal es mi meta.”
FRANZ KAFKA (1883 – 1924)
(De La muralla china)
Juan Luis Panero (1942-2013)
Lo que queda después de los violinesCuando te olvides de mi nombre, cuando mi cuerpo sea sólo una sombra borrándose entre las húmedas paredes de aquel cuarto. Cuando ya no te llegue el eco de mi voz ni el resonar cordial de mis palabras, entonces, te pido que recuerdes que una tarde, unas horas, fuimos juntos felices y fue hermoso vivir. Era un domingo en Hampstead, con la frágil primavera de abril posada sobre los brotes de los castaños. Pasaban hacia la iglesia apresuradas monjas irlandesas, niños, endomingados y torpes, de la mano. Arriba, tras los setos, en la verde penumbra del parque dos hombres lentamente se besaban. Tú llegaste, sin que me diera cuenta apareciste y empezamos a hablar tropezando de risa en las palabras, titubeantes en el extraño idioma que ni a ti ni a mi pertenecía. Después te hiciste pequeña entre mis brazos y la hierba acogió tu oscura cabellera. A veces las cosas son simples y sencillas como mirar el mar una tarde en la infancia. Luego la escalera gris, larga y estrecha, la alfombra con ceniza y con grasa, tus pequeños pechos desolados en mi boca. Sí, a veces es sencillo y es hermoso vivir, quiero que lo recuerdes, que no olvides el pasar de aquellas horas, su esperanzado resplandor. Yo también, lejos de ti, cuando perdida en la memoria esté la sed de tu sonrisa me acordaré, igual que ahora, mientras escribo estas palabras para todos aquellos que un momento, sin promesas ni dádivas, limpiamente se entregan. Desconociendo razas o razones se funden en un único cuerpo más dichoso y luego, calmado ya el instinto y rezumante de estrenada ternura el corazón, se separan y cumplen su destino, sabiendo que quizá sólo por eso su existir no fue en vano. |